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sábado, 14 de mayo de 2011

Ocaso violeta



Ocaso violeta cargado de nubes,
caricias adornadas con flor de piel,
guardiana leal y tierna  de las aguas,
la brisa agita las hojas de una acacia
la fragancia flota en el aire sin prisa,
colmando primorosa  luz y belleza
en los bosques junto al monte colindante.

Agitan  suavemente la tarde tibia,
aspirando sus aromas dulcemente,
frescos vientos en la fuerza de la vida,
mezclando finas notas el Sol bailaba,
con rima y  acordes del rojo cerezo,
crece galán  el humilde verde musgo,
trepando oculto al árbol frondoso  y tierno.

 Miscelánea toca los mil colores,
entonando suspiro  en la madreselva,
uvas frescas racimos en mil amores,
de par en par las puertas de la belleza,
sentada estoy en la roca junto al río
saboreando amor en la  Naturaleza.

Melancolía en Lontananza




Mientras una indolencia perezosa,
bajo el Sol de la tarde, en Lontananza
adormece en silencio mis sentidos,
ingrávido se escucha el viento,
meciendo los sólidos platónicos rosales,
y acaso el trino de las aves canta armónico
o el sonido audible dual a lo lejos,
del juego estrépito inocente de los niños,
no irrumpen con su algarada una ecuanimidad,
que sin buscarla nació en la serenidad ansiada.

Me tiendo boca arriba, con el frescor de la hierba
en mi espalda, asiendo con mis manos la hojarasca,
buscando ver tus ojos, en el cielo que me ampara,
donde un zarco infinito, devuelve mi mirada,
aunque no puede ver tu ansiado rostro, atemporal
te siento junto a mi, contemporáneo en todas partes,
más allá del tiempo y la distancia, más allá de mi misma,
más allá de mis vocablos, emitidos en el Todo de la nada
donde indiviso se difumina la tarde, que en fuego estalla
y acude lentamente a mis ojos el sueño, melancolía cincelada.