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lunes, 30 de mayo de 2011

Hadita la fata





Lleva trenzas doradas en el pelo,
collares de perlas blancas,
y dos ojos por lucero,
su naricita redonda y chata,
un corazón tan grande,
inmenso como el Universo,

Una mochila de plata,
y zapatos de terciopelo,
libros de caramelos,
anillos de hojalata,
diadema de azahar
Jazmines y romero.

Dulce agua de nube
sus dos alas pintadas
con acuarelas de luces,
y un vestido azul celeste,
adornado con estrellas,
vive cerca de la seta verde.

En su bolsillo, piruetas
danzando con romancero
calcetines blancos de algodón
varita de la magia e ilusión,
es la hadita chata de los cuentos
que de pequeña escribía yo.

Candor dorado

Noches en detrimento



Rompiendo las leyes de tus silencios,
coloco decretos en cada estrofa
sonetos que tu grito ahogado esboza en oda
céfiro rodeando la aureola de tu cuerpo.
Esencia trascendente en el oscuro vacío de la nada.

Noches en detrimento y tormentosas,
laureles sobre la frente, dan luz a tus sienes
destilando elixires a tu mente,
espada tallada con fino acero gravada,
defendiendo la puerta tallada,
olisqueando en cada esquina,
acecha la sombra tortuosa.

Aromas que destilan las mañanas,
con el rocío inmaculado adolescente,
inocencia impoluta, por la locura manchada,
tras un velo de fuego incandescente.
como el canto de sirenas embriagadas.

Corazón encadenado al medio rojo púrpura, anaranjado,
oro quimérico que marcó un pasado,
mareas en el océano de las ondas,
fluido de las nubes, Príncipe enmascarado.

Nómada de palabras errantes
trovador de las cortes de amor,
apátrida en senderos de avatares,
¡Poeta eres tú, Athanor¡

El egregor de los rituales mágicos,
alquimista semiótico del amor,
humilde buscador de mil verdades,
dejando en el camino el corazón,
fluido de rosas lunáticas,
azufre, Mercurio y arsénico.

Piedra filosofal lumínica,
beso tus manos bendecidas,
entregando fielmente en cada herida
el amor de mis talismanes sagrados,
martirio de mis metales,
rompiendo las leyes de tus silencios
el arte de hacer oro
remedio contra los males.

ELEMENTOS









sábado, 14 de mayo de 2011

Ocaso violeta



Ocaso violeta cargado de nubes,
caricias adornadas con flor de piel,
guardiana leal y tierna  de las aguas,
la brisa agita las hojas de una acacia
la fragancia flota en el aire sin prisa,
colmando primorosa  luz y belleza
en los bosques junto al monte colindante.

Agitan  suavemente la tarde tibia,
aspirando sus aromas dulcemente,
frescos vientos en la fuerza de la vida,
mezclando finas notas el Sol bailaba,
con rima y  acordes del rojo cerezo,
crece galán  el humilde verde musgo,
trepando oculto al árbol frondoso  y tierno.

 Miscelánea toca los mil colores,
entonando suspiro  en la madreselva,
uvas frescas racimos en mil amores,
de par en par las puertas de la belleza,
sentada estoy en la roca junto al río
saboreando amor en la  Naturaleza.

Melancolía en Lontananza




Mientras una indolencia perezosa,
bajo el Sol de la tarde, en Lontananza
adormece en silencio mis sentidos,
ingrávido se escucha el viento,
meciendo los sólidos platónicos rosales,
y acaso el trino de las aves canta armónico
o el sonido audible dual a lo lejos,
del juego estrépito inocente de los niños,
no irrumpen con su algarada una ecuanimidad,
que sin buscarla nació en la serenidad ansiada.

Me tiendo boca arriba, con el frescor de la hierba
en mi espalda, asiendo con mis manos la hojarasca,
buscando ver tus ojos, en el cielo que me ampara,
donde un zarco infinito, devuelve mi mirada,
aunque no puede ver tu ansiado rostro, atemporal
te siento junto a mi, contemporáneo en todas partes,
más allá del tiempo y la distancia, más allá de mi misma,
más allá de mis vocablos, emitidos en el Todo de la nada
donde indiviso se difumina la tarde, que en fuego estalla
y acude lentamente a mis ojos el sueño, melancolía cincelada.